Qué sigiloso arte, tirar cosas. Los escritorios de mis sucesivas casas han ido quedándose progresivamente vacíos. Su atractivo ya no son los objetos, sino su razonada ausencia. El exceso de objetos puede provocar interferencias en la escritura. Un campo de estímulos en demasiadas direcciones. Las bibliotecas, por ejemplo, me distraen. Tener tantos libros a la vista resulta enceguecedor. No se pinta mejor frente al sol radiante. Prefiero que el lugar donde escribo se parezca lo más posible a una página en blanco: que tenga todo el mundo por delante.
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© Texto y fotografía: Andrés Neuman
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Andrés Neuman nació en 1977 en Buenos Aires. Hijo de músicos argentinos emigrados, terminó de crecer en Granada, en cuya universidad enseñó literatura hispanoamericana. Es autor de las novelas Bariloche (Finalista del Premio Herralde), La vida en las ventanas, Una vez Argentina y El viajero del siglo (Premio Alfaguara, Premio Tormenta y Premio de la Crítica ). Ha publicado también los libros de cuentos El que espera, El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muerto; los aforismos El equilibrista; el libro sobre Latinoamérica Cómo viajar sin ver; y el volumen Década, que reúne sus libros de poemas. Ha recibido el Premio Hiperión de poesía. Traducido a 11 idiomas, fue incluido en la lista Bogotá-39 y seleccionado por la revista británica Granta entre Los 22 mejores narradores jóvenes en español. Escribe en su blog Microrréplicas.
Totalmente de acuerdo con las palabras de Andrés Neuman.
ResponderEliminarIrazoki
No se me ocurre un escritorio más opuesto al mío... qué curioso. Me gusta mucho el texto de Andrés.
ResponderEliminarCotilleo el texto de Andrés: “Escribir es corregir”
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