miércoles, 15 de febrero de 2012

Erika Martínez




Soy una persona pedestre. Me conduce una inclinación física, alguien dirá que patológica por el suelo. No me gusta viajar en barco ni en avión, detesto los zapatos. Hasta los veinte años, viví en una casa de pasillos interminables que atravesaba unas veces reptando y otras a cuatro patas. Siempre que me lo permitieron, comí agachada junto a la mesa; aún lo hago en confianza. Escribo rápido en cualquier sitio. Corrijo despacio sobre el mármol, que me enfría los versos. Acostumbro a diseminar los folios por las losetas de mi escritorio, hasta convertir la habitación en un tablero. Salto de un poema a otro, tomo notas, los barajo, los cierro como un acordeón y luego vuelvo a esparcirlos. Hasta que un día la estructura del libro toma forma. O simplemente desisto, porque escribir se interrumpe.

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© Erika Martínez
© Fotografía: Lucía Martínez Cabrera
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Erika Martínez (Jaén, 1979) es autora del poemario Color carne (Pre-Textos, 2009), que obtuvo el Premio de Poesía Radio Nacional de España, y del libro de aforismos Lenguaraz (Pre-Textos, 2011). Como editora, ha preparado los volúmenes Quiroga íntimo (Páginas de Espuma, 2010) y las antologías La voz en bandolera (Visor, 2007), de Diana Bellessi, y Me incitó el espejo (DVD, 2010), de David Rosenmann-Taub, junto con Álvaro Salvador. Escribe una columna semanal en el diario Granada Hoy.

2 comentarios:

  1. Veo que tenés un método para enfriar los versos. Si luego te arrepintieras y quisieras recalentarlos, te recomiendo escribir sobre la arena de la playa, al mediodía.

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  2. Pero si eso es una foto de un despacho profesional que se ha bajado de google. Estos poetas... Luego hablan de enfriar versos...

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