Debido a mis últimos exilios, he vivido en casas y ciudades muy diferentes, pero en todas ellas he buscado ese rincón en el que uno anhela dejarse caer por entero como si de pronto perdiera el hilo invisible que le sujetara. No soy muy ambiciosa ni sacralizo en exceso ese espacio. Me sirve también una buena biblioteca o una mesa pequeña en algún café. Incluso lugares mucho menos literarios. En las sobremesas de los nevados inviernos en Pennsylvania, la lenta ceremonia del café mientras sorteaba el breve sol que entraba por la ventana de la cocina hacía de ese lugar el más confortable de la casa. No pocas páginas escribí en esa vieja y destartalada mesa. He tenido, sin embargo, escritorios nuevos de todos los materiales y tamaños ya que casi nunca los he llevado conmigo en las sucesivas mudanzas. Este es uno de los últimos, de madera y lo suficientemente grande como para poder desordenarlo cada día, invadirlo con papeles y hasta cubrirlo casi por completo. No será el definitivo. De hecho, ya no lo es. Pero el actual está en construcción. Pocas son las exigencias: que esté cerca de una ventana y que alrededor pueda colocar algunos libros. Con eso es más que suficiente. Lo otro se da siempre por azar, no puedes construirlo: el tiempo, el verdadero espacio, el momento propicio... A veces en el escenario aparece el humo del té y alguna pieza musical antigua, pero eso es mero decorado. Lo más habitual es que al acabar el día me sorprenda a mí misma recomponiendo el caos y escondiendo en los estantes las herramientas de trabajo, recolocando las hojas en blanco o releyendo las pocas que he conseguido dejar escritas o tachadas. Sólo el tiempo dirá cuáles se quedan conmigo y cuáles debo olvidar.
© Texto y fotografía: Xelo Candel Vila
Xelo Candel Vila es profesora en la Universidad de Valencia. Ha editado los libros El libro de las baladas y Romances de colorido, de Luis Rosales (2012), Luis Rosales. El contenido del corazón (2010), De lo vivo a lo pintado. La poética realista de Max Aub en el ámbito de la Modernidad literaria (2008), El romántico Ilustrado. Imágenes de Luis García Montero (con Juan Carlos Abril, 2008), El realismo dialéctico en las poéticas de Luis Rosales, Ángel González y Luis García Montero (2003), Luis Rosales después de Luis Rosales (2005), La casa encendida, de Luis Rosales (2002), Subversiones, de Max Aub (con Dolors Cuenca y Rosa M. Belda, 2001) y Diario de Djelfa, de Max Aub (1998). En breve verá la luz Victoriano Crémer y José García Nieto. Epistolario inédito (1944-1976). Como poeta ha publicado Los comediantes (1995), A destiempo (Premio Miguel Labordeta, 2003) y La arena (Torremozas, 2007). Está trabajando en un libro de poemas.
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