lunes, 21 de mayo de 2012

José Ovejero







No sé cómo hablar de mi escritorio; tengo una relación ambigua con él. Una parte excesiva de mi vida transcurre en sus cercanías. ¿Es eso lo que quería, ser escritor, pasar horas y horas solo en una habitación? Aunque es una habitación agradable –mirad los ventanales que se adivinan a la izquierda de la foto–, amplia, de techos altos, llena de luz cuando hay luz en Bruselas. Me gustan sobre todo la mesa de cerezo, las fotografías sobre la chimenea, el ruido de la calle, el silencio de la habitación.

Escribo normalmente de pie, de ahí esa construcción para aumentar la altura a la que se encuentran la pantalla y el teclado; para pensar me siento, me tumbo en el sofá rojo que hay enfrente y no podéis ver, o paseo por este cuarto de cinco por cinco metros, suficientes para contener mi inquietud cuando no sé qué o cómo escribir.

A veces me pregunto para qué paso tanto tiempo ahí, con la sensación de estarlo perdiendo, de no encontrarme donde la vida transcurre, buscando palabras cuando hay tantas cosas más importantes que buscar. Otras, no quisiera encontrarme en ningún otro lugar, porque la vida transcurre precisamente aquí, mientras recuerdo, invento, creo, me adentro en todas esas imágenes, escenas, desgracias y alegrías que hacen que mi existencia sea más rica e intensa que si no fuese escritor.






© Texto y fotografía: José Ovejero



José Ovejero (Madrid, 1958) ha vivido en Alemania y vive hoy entre Bruselas y Madrid. Ha publicado poesía: Biografía del explorador (Plaza y Janés, 2001, Premio Ciudad de Irún 1993), El estado de la nación (Visor, 2002); libros de viajes: China para hipocondríacos (Punto de Lectura, 2008 -Premio Grandes Viajeros 1998-); libros de cuentos: Qué raros son los hombres (Ediciones B, 2000), Mujeres que viajan solas (Ediciones B, 2004); teatro: Los políticos / La plaga (Funambulista, 2007); novela: Un mal año para Miki (Ediciones B, 2003), Las vidas ajenas (Espasa Calpe, 2005, Premio Primavera), Nunca pasa nada (Alfaguara, 2007),  La comedia salvaje (Alfaguara, 2009, Premio Ramón Gómez de la Serna 2010); y ensayo: Bruselas (Destino, 1996), Escritores delincuentes (Alfaguara, 2011). Su último libro publicado es La ética de la crueldad, Premio Anagrama de Ensayo 2012.


2 comentarios:

  1. Como Hemingway, de pie. Por otro lado, esa es la desventaja de escribir en un espacio que conecte directamente, bien sea por medio de ventanas o claraboyas, con el ruido y la dinámica del mundo exterior. Podemos ser tentados a pensar que muy probablemente estamos perdiendo el tiempo cuando afuera, en las calles, los bares, los parques... se está de lo más bien.

    Bonito Blog.

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  2. Me encantó. Envidiable el cuarto. Y lindo el texto. Debés tener unos zapatos muy cómodos, para quedarte siempre de pie. ¿Pantuflas?

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