Escritorio de Raymond Carver Ridge House, Port Angeles, Washington Foto Bob Adelman (1989) |
Normalmente Ray bosquejaba a mano sus relatos en una o dos sesiones de trabajo. Se recluía en su estudio y aparecía sólo para tomar un café o echar un vistazo al correo. Pero "Catedral" lo esbozó en un tren que discurría paralelo al río Hudson [...] Mientras trabajábamos juntos en "Catedral", acuñamos una frase que llegó a ser permanente en nuestro vocabulario literario. Un día decidí llevar a Ray a cenar a un pub irlandés llamado Coleman's, en las afueras de Syracuse. Yo había estado ya allí con unos alumnos, y la comida había resultado una muy grata sorpresa después de la especie de bodrio que uno tiene que ingerir en los pubs de Irlanda. salimos un poco tarde, y, dado que a mí me habían llevado mis alumnos, empecé a dudar un poco sobre el camino correcto. Ray empezó a perder la paciencia y a decir que jamás llegaríamos a Coleman's. [...] Al final llegamos, y cenamos de maravilla, pero aquella salida nos dejó una impresión que seguimos conservando en nosotros, transmutada.
Nuestro hábito de trabajo era el siguiente: una vez que Ray había elaborado una versión clara y mecanografiada, me la enseñaba para que opinara. Una mañana, recién llegados a Syracuse de nuestro viaje a Nueva York, consiguió terminar un borrador a máquina de "Catedral" y me lo bajó al sótano donde yo estaba trabajando. Solíamos estudiar sus relatos en lo que llamábamos jocosamente "La Biblioteca", que era una pieza donde guardábamos libros que eran de los dos. Nos sentábamos en el sofá, codo con codo, e íbamos pasando una por una las hojas del original. Pero normalmente, al empezar, yo solía darle un somero parte meteorológico sobre en qué estadio de desarrollo veía yo la historia que nos disponíamos a debatir. Aquella mañana dije: "Ray, este va a ser un cuento realmente asombroso, pero aún no lo has llevado a Coleman's". Nos echamos a reír, porque sabíamos exactamente a qué me estaba refiriendo. [...] A partir de entonces, la frase "llevar un escrito a Coleman's" se convirtió en algo talismánico para nosotros.
Nuestro hábito de trabajo era el siguiente: una vez que Ray había elaborado una versión clara y mecanografiada, me la enseñaba para que opinara. Una mañana, recién llegados a Syracuse de nuestro viaje a Nueva York, consiguió terminar un borrador a máquina de "Catedral" y me lo bajó al sótano donde yo estaba trabajando. Solíamos estudiar sus relatos en lo que llamábamos jocosamente "La Biblioteca", que era una pieza donde guardábamos libros que eran de los dos. Nos sentábamos en el sofá, codo con codo, e íbamos pasando una por una las hojas del original. Pero normalmente, al empezar, yo solía darle un somero parte meteorológico sobre en qué estadio de desarrollo veía yo la historia que nos disponíamos a debatir. Aquella mañana dije: "Ray, este va a ser un cuento realmente asombroso, pero aún no lo has llevado a Coleman's". Nos echamos a reír, porque sabíamos exactamente a qué me estaba refiriendo. [...] A partir de entonces, la frase "llevar un escrito a Coleman's" se convirtió en algo talismánico para nosotros.
En Syracuse, Nueva York Foto Bob Adelman (1984) |
Tess GALLAGHER, "Carver Country", en Bob ADELMAN/Raymond CARVER, Carver Country, Barcelona, Anagrama, 2013. Traducción de Jesús Zulaika.